Llegó.
Quemó la hojarasca que cubrían mis ojos.
Llenó de certeza dos dudas y me habló.
Espantó, su risa, mi miedo y hubo desfile y feria en la ciudad.
Vino cual lluvia:
Inmensa, inevitable,
tomando a su paisaje hasta el subsuelo.
Y asi:
sin suit,
Moët Lov,
limosin ni merlot;
sin flores de encargo
ni música de fondo.
Oh! que hondo llegó, que hondo!
El beso tachó la prisa.
Las manos desdibujaron la experiencia.
Ya sabía yo, que iba a ser suyo
y me entregué completo.
El rayo apareció primero
y después, ya no estaba.
Si bien es cierto que todo aquí se iluminó,
también es cierto que fue un chasquido de gracia.
Ahora,
se quedó conmigo su presencia sin ella...
Estoy entre su rosal enredado;
su vera, a mi lado,
aunque sea lo mismo.
Como es lo mismo ser feliz que verla.
Que verla.
Que verla.