Mapa del tesoro

Te quiero recostada en mi pecho,
refugiada en mi, refugiándome;
Te quiero retratada con alas,
de fondo: un sin fin, sin fechas ni vez.

A la distancia de un ósculo claro.
A la distancia de un brazo extendido.
Sin ese miedo de juicio pospuesto.
En el intento de un no con un sí.

De vicio siniestro, pero con elegancia.
O como en la itinerancia de dos besos.
Cuando tus noes, ya desenmascarados, 
todos, son si.