Diosania II

La hora de amarte.
Es cuando el lastre
de la luna
está en mis manos.
Es cuando tu sonrisa es todo.
Este instante, si fuera posible cultivarlo...
Pudiera arar
la tierra con las manos.
Que dicha! El mundo gira
y en mi escaño,
hay diez de diez, ya, para ti.
Porque pretendo,
cuando estalle la guerra de las dos y diez,
esconderme en los surcos de tu cara.

¿Qué pasará sin después?
Comenzaré a amarte por siempre.