Este poema es tuyo;
lo debía,
como debía, los números,
mi abuela;
esos que había que pagar
no pasadas las 6.
Había suerte en saldar,
como ahora.
De acertar al dígito sin los pagos previos,
la suerte se desvestía
y llena de vergüenza,
mudaba toda la celebración al del aguante.
Yo,
que vengo a pagarte
y sin que me sobre esto que te traigo,
lo hago porque ya he cobrado,
de tu boca,
de tus pechos,
de tu mano.
® Hecho y registrado por Peniel Ramirez