Y volvió a mirarme.

Que por su blancura.

Que por su belleza.

Que por su sonrisa.

Que por su entereza.

Que por su mano de la mano de los niños.

Que por su juramento de pobreza.

Que por su cubierta hermosura.

Amé a Sor más de una vez.

Busqué su silueta en el trasluz.

Oí su tristeza en la oración.

Del talón, supe el camino largo

y que ya no le importaba "la mujer".

Las perlas no fueron

tan autenticas como su fé

y volvió a mirarme.

Tuve su mano también

Sus ojos limpios

Su historia ausente.

Ya lo dije:

Amé a Sor más de una vez.