Manual para pedir una cita a una mujer artista

Hola.  Siempre te recuerdo. Te esperaba. Siempre lo hago. Lo haré siempre, incluso hasta el día en que esto pueda parecer un romanticismo tonto. ¿Que no eres la misma? No importa. No importa lo feliz que seas. No importa que no escribas. No importa ya nada. Estuviste como un aguacero ayer y dejaste un meandro arenoso por donde te fuiste. Si regresaras estará allí. A veces tu nombre es como un tren largo y antiguo, -reliquia funcional, que abastece mi inspiración-. Vienen vagones de locuras. Otras menos bellas e igualmente imposibles, como pasarme por la mente -mezclar lo que ya es puramente bello con la efímera experiencia de los sentidos-. Es cuando te haces mármol y oro, prometiendo ser eterna. Mi generación sabrá del negro mechón. Gracias por la sonrisa.

Manual para suicidarse

Ella busca todo lo que yo he encontrado. ¿Para darle esto que renace, como hago? ¿Para ser reparto de sueños y menos de melancolía? ¿Cómo hago? Quemé los libros en donde aparece su nombre. Tiré al vacío, voces, entonces, que la llamaban. Dormí las tardes que me traerían su recuerdo. Solo quedo yo: suyo. ¿Quién me despelleja y me salva? Su recuerdo está en la piel. Si no lo logro, me veré escribir: "Y ahora me dispongo a no ser".