Yo quiero

Yo quiero verte, como a una estatua viva, pero se habrá detenido tu tiempo y no quieres eso para ti. Por eso no puedo verte, a menos que me veas tu a mí. Yo quiero tenerte, como se tiene al agua de un riachuelo, que es libre, pero se queda pegada en la piel; Que tiene prisa y te deja tomar; Que aun con su historia de noches y soles, celebra contigo. Pero no eres un río. Eres una mujer en Fá bemol, con historia de libertad, con prisa de púas en la piel erizada y cul de sac. Por eso no puedo tenerte, a menos que te llueva en el alma, te hagas gigante y feliz me arrastres a algún sitio.

AF447

En las manos del viento, de Rio a Paris, el ave grande desaparece. Qué dolor siento! Sin humo, cenizas; Sin huellas, las vidas: No están. Cada vez nos conocemos más, nos sabemos lábiles y solidarios, más. Amen, seremos siempre solidarios! Un abrazo a Pío! Llora por mi y por ti, amigo mío.

Poeta enamorado

¿A dónde te llevo la brisa fresca? ¿A dónde te llevo la razón de continuar? ¿A dónde te llevo el agradecimiento y otro beso para las manos? ¿Cómo está el mechón de ella? ¿Es largo el camino? Cuídala. ¿A dónde te llevo esas poesías que no publico? ¿A dónde te llevo a mi poeta? Espero que allá no existan dos calles con el mismo nombre; Como aquí, en donde la Ciudad se hizo cómplice del sol y me suplicaron que no te encuentre. Yo entonces, regresé. Y ahora te busco sin éxito y lloro. Porque estás cada vez más lejos. ¿Y si ha sido herida y no sabe rimar mas?... No importa. ¿Qué follaje tiene equilibrio? ¿Qué línea, que dibuja el lomo de la colina, es recta? ¿Qué ola es igual? ¿Qué rima es necesaria? ¿Qué rima es necesaria?

A una mujer frente al mar.

Era que le brisa no fue suficiente; si lo hubiera sido, te hubiera llevado el suspiro. Hubieras sabido que la lluvia era el mensaje. Pero nada sabe hablar como tú. Tu poeta se va a navegar y viene y canta. Yo toco y ella regresa con la boca llena de razones. Luego la lluvia para, y rodar este guion es imposible. Ahora es tan mágico y bello que no quiero que pase. Volverá a llover.

A Borrasca

Que una vez, estuve en un jardín. Salí a recoger ansias. Me perdí. Aprendí a vivir en la maleza. Ya viejo, de tanto caminar, encontré una puerta y a tientas, la aldaba reconocí. De nuevo, estaba. Pude sonreír. Te puede pasar igual. No te invito a esperar. Te invito a vivir.